Desde que el blog centró sus artículos en temas de diversidad e inclusión y comencé a hablar de los lectores de sensibilidad, a menudo leo comentarios relacionados con la censura y con el ataque a la creatividad. Pobrecitos los ofendiditos. Hasta demagogo me han llamado. Ya quisiera ser así de persuasivo.
Si dedicara esta entrada a describir el sinnúmero de adjetivos que giran alrededor de la escritura podría quedarme corto, pues la libertad que sentimos cuando estamos frente al computador o frente a una hoja de papel no se puede explicar. Es simplemente placentero y hasta catártico. Sin embargo, esa libertad puede ser un arma de doble filo y llevarnos a pisar en terreno peligroso, en suelo húmedo... y caer.